REDACCIÓN: Miguel R. Ríos
El viernes 25 de abril de 2025 concluyó la capilla ardiente del Papa Francisco en la Basílica de San Pedro, tras tres días de homenaje público que congregaron a más de 250.000 personas. El funeral, celebrado el sábado 26 de abril, reunió a líderes de todo el mundo y a miles de fieles que quisieron despedirse del pontífice argentino, cuyo legado de cercanía con los más vulnerables marcó un antes y un después en la historia reciente de la Iglesia Católica.
Una capilla ardiente multitudinaria
Desde el martes 22 hasta el viernes 25 de abril, la Basílica de San Pedro abrió sus puertas para que los fieles pudieran rendir tributo al Papa Francisco. Durante estos días, más de 250.000 personas acudieron al Vaticano para despedirse del pontífice. La ceremonia de cierre del féretro fue presidida por el cardenal Kevin Joseph Farrell, Camarlengo de la Santa Iglesia Romana. En el interior del ataúd se colocaron un rogito, documento que resume el pontificado de Francisco, redactado por el maestro de celebraciones litúrgicas Diego Giovanni Ravelli, y una bolsa con monedas de oro, plata y bronce acuñadas durante su papado.
Un funeral sin precedentes
El sábado 26 de abril, a las 10:00 horas, se celebró la misa exequial en la Plaza de San Pedro. La ceremonia fue presidida por el Decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re, y contó con la asistencia de aproximadamente 130 delegaciones internacionales, incluidos 50 jefes de Estado y de gobierno, así como una decena de monarcas. Entre los asistentes destacaron los presidentes de Estados Unidos, Francia, Argentina y Brasil, así como el rey Felipe VI y la reina Letizia de España.
Durante la ceremonia, se destacó la sencillez y humildad que caracterizaron al Papa Francisco. El féretro, de madera revestido de zinc, fue expuesto sin el uso del catafalco tradicional, siguiendo las reformas introducidas por el propio pontífice en los ritos funerarios papales.
Un entierro simbólico
Tras la misa, el cortejo fúnebre recorrió las calles de Roma hasta llegar a la Basílica de Santa María la Mayor, lugar elegido por el Papa Francisco para su sepultura. El recorrido de seis kilómetros pasó por lugares emblemáticos como el Coliseo, la iglesia del Gesú y los Foros Imperiales, en un trayecto cargado de simbolismo y emoción. Durante todo el trayecto, cerca de 140.000 personas abarrotaron las aceras, coreando su nombre y capturando el momento.
A las puertas de la basílica, el féretro fue recibido por cuarenta personas pertenecientes a colectivos desfavorecidos, entre ellos presos, personas trans, sin techo y migrantes, quienes portaron una rosa blanca como símbolo de despedida y agradecimiento.
El Papa Francisco fue enterrado en un nicho de la nave lateral entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza de la basílica, convirtiéndose en el primer pontífice en ser sepultado fuera del Vaticano desde León XIII en 1903.
Legado de humildad y cercanía
El Papa Francisco será recordado por su compromiso con los más necesitados y su visión renovadora de la Iglesia. Desde el inicio de su pontificado, mostró una profunda devoción por la Virgen Salus Populi Romani, patrona de Roma, y eligió la Basílica de Santa María la Mayor como lugar de oración y, finalmente, de descanso eterno.
Su legado perdurará en las reformas que introdujo en la Iglesia, su enfoque pastoral centrado en la misericordia y su incansable labor por la justicia social. La multitudinaria despedida y los actos programados reflejan el profundo impacto y la devoción que el Papa Francisco generó durante su pontificado.