REDACCIÓN: Miguel R. Ríos
El precio del dólar libre cerró hoy en $1065, pero lo llamativo no es solo el número: es que ese valor se ubica por debajo del dólar oficial del lunes 14 de abril, jornada posterior al anuncio del levantamiento del cepo cambiario por parte del Gobierno nacional.
Lo interesante es que el Gobierno había anunciado una flotación administrada, con una banda de libre flotación entre los $1000 y $1400, estableciendo un rango que, lejos de provocar pánico, fue interpretado por los mercados como una señal de certidumbre.
Aquel lunes, el dólar oficial cerraba en $1180, y mientras tanto, gran parte del arco político y mediático vaticinaba un desastre económico. El viernes 11 y durante todo el fin de semana, Cristina Fernández de Kirchner publicaba un extenso hilo en redes advirtiendo sobre una “devaluación brutal” que “destruiría los salarios y las jubilaciones”.
No fue la única. Carlos Pagni, en su editorial del domingo por La Nación+, sostuvo que “el Gobierno está forzado a una devaluación que podría llevar el dólar por encima de los $1500”. Roberto Navarro, en El Destape, pronosticó una corrida cambiaria “que dejará tierra arrasada”. Alejandro Bercovich, desde C5N, advertía: “Se viene una devaluación que va a duplicar el precio del dólar”. También Horacio Verbitsky, desde El Cohete a la Luna, vinculó el levantamiento del cepo con “una cesión total de soberanía al capital financiero”, anticipando “hiperinflación por shock devaluatorio”.
Del lado político, además de CFK, Axel Kicillof habló en un acto en La Plata el sábado 12, asegurando que “se viene una megadevaluación que va a castigar al pueblo”. Leandro Santoro, desde sus redes, escribió: “Preparémonos para el tsunami: levantar el cepo es rendirse al mercado”. Miriam Bregman denunció “un nuevo atropello al bolsillo popular” y Juan Grabois dijo que “el plan de Milei es matar de hambre con un dólar a $2000”.
El resultado fue otro. Lejos de duplicarse, el dólar bajó. Hoy, el valor del dólar paralelo está por debajo del tipo de cambio oficial de hace una semana, y sin intervención del Banco Central.
La política de Javier Milei de déficit cero, eliminación de la emisión monetaria y sinceramiento de precios encontró respaldo en el mercado: el dólar no explotó, se apaciguó. No hay cepos, ni dólares preferenciales, ni giros ocultos. Solo reglas claras.
Esto no implica que la economía esté resuelta, ni que no haya desafíos urgentes. Pero los hechos desmienten con contundencia una narrativa apocalíptica repetida como dogma. El dólar no explotó. La profecía del caos no se cumplió.
Y cuando los números contradicen los discursos, queda en evidencia quiénes defienden un modelo basado en el miedo y quiénes proponen uno basado en la libertad y la responsabilidad.